domingo, 6 de septiembre de 2009

CAPITULO 7

El teléfono volvió a vibrar en su cintura.
-Dime... –contestó rápidamente el hombre de los guantes negros.
-Dime tú –exigió la mujer-. Dime que todo está bien. Que ya lo has hecho. Dime –insiste-, que todo está bajo control...
-Sí... sí –arremete enojado-. Está todo bajo control, joder. El BMW se ha marchado. Sofía –explica- ha movido el coche a un extremo de la explanada y ha vuelto a salir de éste. Iba a ir ahora. Sigue vomitando.
-Perfecto –su voz es más alegre-, muy bien Tomás.
-Tengo que colgar –dice Tomás firmemente. Tiene el pañuelo en su mano derecha, está bien empapado, algunas gotas caen al suelo-. Voy hacerlo ahora. Esto está muy solitario y pronto amanecerá. Empieza haber mucha luz.
-¡Date prisa!. Alex se asomó por la ventana hace tan solo diez minutos. Joder –se queja-, tienes que hacerlo ya...
-¿Qué pasa? –pregunta Tomás.
-La luz. La habitación se ha quedado a oscuras. Va a salir del hotel.
Tomás colgó y apagó el móvil. No quería que hubiesen más interrupciones. Tenía que ser ahora o nunca. Ya se había decidido. Lo iba hacer.
Salió de detrás del árbol, llevaba una chaqueta negra y unos pantalones del mismo color que le daban una sinuosa silueta a su figura. Caminaba despacio pero con pasos firmes. Paró un momento y paseó su vista en torno a su alrededor, todo bien. Se subió la cremallera de la chaqueta hasta el cuello y continuó.
La puerta del lateral del conductor del Mercedes estaba abierta. Sofía apoyada con su mano izquierda en el robusto árbol que quedaba ahora detrás del coche, se inclinaba cada vez que le arremetían las arcadas, y el vomito le asomaba por su boca.
Tomás llegó a la altura del coche, su paso era cada vez más manso y procuraba no tropezar con ningún obstáculo, rama, papel... cualquier objeto que pudiese delatar su presencia. Bordeó el Mercedes y se instaló justo detrás de Sofía en el momento que ella se inclinaba y tosía repetidamente.
Sofía no lo había visto llegar, pero en ese instante, al erguirse de nuevo notó algo. No estaba sola. Se peinó el pelo hacia atrás con ambas manos y giró su cuerpo lentamente. Tomás estaba ahí.
-Hola... –saludó Sofía-, que haces... –más que una pregunta era una afirmación. La expresión de su cara mostró confusión-. ¿Qué.. haces tú aquí? –logró decir mientras pasaba sus dedos por sus ojos-. Que susto me has dado... -conocía a ese hombre...
Sofía no pudo decir nada más.
Tomás se abalanzó sobre ella. Su mano derecha presionó su boca tapando casi toda su cara con el húmedo pañuelo. Con su mano izquierda la agarró por la nuca y presionó hacía sí dejando el rostro de ella en medio de sus manos, que presionaban fuertemente como el abrazo de un oso.
Los ojos de Sofía se abrieron intensamente, parecían inyectados en sangre. En unos segundos desvanecieron. Sofía estaba inconsciente.

3 comentarios:

  1. Pues tendré que ir para atrás hasta encontrarme con el primer capítulo...ya que el séptimo "me ha pegado"...Llevará su tiempo de lectura.
    Pero, lo leído, muy bueno.

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  2. Muchas gracias por tu aporte Diana.
    espero puedas disponer del tiempo necesario y tenga yo la suerta deseada de que te guste.

    saludos

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  3. Empezaré a leer todo tu blog!!!!! besos y gracias por detenerte a leer el mio!!!!
    besos

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